miércoles, 29 de agosto de 2012

La Niña Con Peluca


 



Mi nombre es Ricardo, quiero dejar el escalofriante testimonio que me aconteció hasta hace tan solo 2 semanas, desde entonces, ni como ni duermo, se me hace difícil hasta respirar sin recordar la tétrica imagen que vislumbraron mis ojos… una imagen que a cualquier persona le helaría el corazón y le pararía la sangre. 

Esta es mi historia… 

La noche cae en silencio, mis padres deciden ir a darse una vuelta para celebrar su aniversario, hoy hacen 23 años de casados. Me despido de ellos de forma cariñosa mientras que me dicen con ternura -Volveremos pronto hijo, cuida bien la casa-. 

-Si mama, no te preocupes, venga pasaroslo bien-. les repondí de forma convincente, tras oír el chasquido de la puerta que anunciaba su retirada, decido llamar a un querido amigo mio llamado Javier. Somos amigos desde que ambos eramos pequeños, y nuestra amistad se a ido fortaleziendo a medida que an ido pasando los años. 

Cojo el teléfono y le llamo con rapidez -¡Ey tio!, ¿Te vienes a mi casa a ver unas peliculas y a cenar algo? mis padres se an ido-. 

-¿Si?, cojonudo, en 10 minutos nos vemos-. Exclamo con efusividad. 

Sin más dilaciones me dispuse a preparlo todo de manera rapida, pues en 10 minutos no me daba tiempo a preparar un recibimiento en condiciones. 

Voy hacia la nevera para ver si había algo interesante para poder comer, y cuando digo interesante me refiero obviamente a dulce, echo un vistazo fugaz, me detengo unos instantes y decido mirar mas cuidadosamente para ver si había algo que me convenciése. 

-¡Bingo!- Exclame con una clara alegría. Había encontrado una tableta de chocolate blanco, el cual me encantaba, tras eso, saque un par de cervezas para tomarlas en la buena compañía de Javier. 

El sonido del timbre suena de repente, “Sera Javier”, pienso de manera inconsciente, voy hacia la puerta, dirijo la mano hacia el pomo de manera nerviosa… 

Pero para mi asombro no había nadie, -Ey tio deja de gastar bromas, entra ya-, un incómodo silencio reinaba sobre el ambiente al compás del sonido del viento. -¿Javier, estas hay?- Pero no obtenía respuesta alguna, tan solo vislumbraba la calle que estaba vacía. 

Sin darle importancia al suceso, decido volver a entrar en la casa. Mis pasos ahora me llevan hasta el salón, de nuevo llamo a Javier para preguntarle cuanto le faltaba. 

Pero…, su móvil estaba apagado. Un escalofrío recorre mi espina dorsal de una manera tétrica y fria. -¿Qué esta pasando aquí?-, me pregunto para mis adentros, pero por más que trataba de buscar una respuesta lógica a los sucesos que me estaban aconteciendo, no obtenía respuesta alguna. 

Mis nervios comenzaban a crecer, y la gota que colmo el vaso fue la tormenta que comenzo a caer de manera repentina, rayos y truenos comenzaron hacer su aparición al compás de los latidos de mi asustado corazón. 

Para tratar de calmarme en la medida de lo posible decido poner la televisión para poder mantener la mente despejada mientras mi amigo llegaba. 

Me tumbo en el sofa mientras que busco el mando entre el hueco de los cojines, una vez doy con el, sin bacilar prendo la televisión. 

Pero lo único que había eran interferencias. 

 

Un sudor frío comienza a caer por mi frente, de manera nerviosa, guio mis pasos hacia la ventana del salón para ver si lograba ver su llegada, pero apenas podía ver, la noche era tan oscura que mi visión no alcanzaba a ver nada con claridad. 

Un sonido fuerte irrumpe en el ambiente, me sobre-salto de manera violenta… 

La luz se a ido. “Perfecto”, pienso a regañadientes, sin ver absolutamente nada intento como puedo ir de nuevo a la cocina para ir a por unas cerillas que estaban en el cajón del primer armario, sabía con mucha certeza su localización, lo cual no me costaría nada dar con ellas. 

A paso lento voy hacia mi destino, me agarro con cautela en las esquinas de las paredes para no perder el equlibrio, pues mi visión como ya e dicho antes era practicamente nula. 

De manera repentina cuando estaba tocando una de las esquinas, algo me roza la mano… 

El corazón se me acelera y comienzo a segregar un sudor frio. -¡¿Quién eres!?-. 

Una risa macabra hace su aparición, mi cara se torna en una mueca de terror absoluto. 

mis pies reaccionan por mi, y me llevan de forma instintiva hasta donde estaban las cerillas, saco una para prenderla lo más rápido que puedo. 

La enciendo de forma nerviosa y con la clara esperanza de que todo lo que me estaba pasando fuese una pesadilla. 

Pero nada más lejos…, tras encenderla no consegui ver nada en absoluto. La luz vuelve de repente, un suspiro de alivio se desprende por mi boca en señal de calma. 

Tratando de pensar que todo esto esta siendo una pesadilla opto por ir al cuarto de baño para lavarme la cara, a ver si de esa manera lograba despejarme, subo corriendo las escaleras para llegar lo más rapido posible. 

Una vez en el, voy a paso miedoso hacia el lavabo, una vez frente al espejo de este, me miro… me palpo la cara para tratar de despertarme, pero por desgracia todo era tenebrosamente real. 

Abro el grifo, mi respiración se torna agitada, me mojo la cara con movimientos de mano veloces. 

Entonces levanto mi mirada hacia el espejo… lo que vi me heló por completo el corazón 

En el podía presenciar a una niña vestida de negro, de cabellera rubia como el oro, su mirada era risueña y conmovedora, portaba unos ojos color azul celeste, pero sin embargo su mirada se clavaba en la mia de una manera muy violenta. 

No sabía como reaccionar, el miedo agarrotaba cada músculo de mi cuerpo, y mi respiración se entrecortaba entre pequeños delirios de desespero. 

De repente… aquella misteriosa niña me sonrie de manera burlesca, y comienza a cantar… 

“Yo era una niña hermosa, de larga cabellera, rubia como el oro, malditas tijeras…malditas tijeras” 

Su rostro comenzo a cambiar, ahora su sonrisa se transformo en una mueca triste y sin vida. El vestido blanco que portaba se empezo a deshacer, a medida que se deshacía dejaba ver tras de si, el cuerpo de aquella niña. 

Un grito de horror salio por mi garganta, todo su cuerpo estaba desgarrado y herido. 

No quería seguir mirando, pero había algo dentro de mi, que por alguna extraña razón… no me dejaba quitar la mirada del espejo. 

Un llanto hizo su aparición, comenzo a llorar, pero sus lágrimas eran de un color negro como la noche 

 

Alzo una de sus manos y se quito aquella cabellera rubia, se trataba tan solo de una peluca. 

El miedo dio paso a la melancolía, hize acopio de valor y le pregunte… 

-¿Qué te a ocurrido pequeña-?, ella se limito a responderme lo siguiente. 

-Quiero tu cabello, dame tu cabello, necesito tu cabello-. 

Su voz se torno demoniaca y muy grave. 

Lágrimas de puro horror comenzaron a caer por mi rostro, estaba muy nervioso, no sabía que hacer. 

-Yo….yo…. ¡No puedo hacer eso!- le respondí con mucho temor. 

-Acércate Ricardo…acércate-. 

Con mucho miedo le hize caso por temor a lo que me pudiése pasar si me negaba a su petición. 

Mis manos temblaban de manera incontrolada, no sabía porque me estaba pasando esto, pero un sentimiento de responsabilidad cayo sobre mi conciencia. “Si de mi depende el salvar a esta niña, lo are”. Fue la decisión mas valerosa que tome en mi vida, pero a la vez el miedo me poseía a raudales e inundaba cada sentimiento que cruzaba por mi mente. 

-Si tu no me puedes dar tu cabellera, me la dara el…- 

-¿¡Quién es el?!- pregunté con nerviosismo, el primero que me vino a la cabeza fue Javier, no quería que le hiciése daño a mi mejor y único amigo, esperaba entre sollozos su respuesta… 

-JAVIER-. 

Un sentimiento de odio me invadió por completo, con lo cual le pregunte,-¡¿Quién eres y porque me haces esto a mi?!-. 

-Mi nombre es Samanta-. 

Un silencio hizo su aparición… y desapareció su imagen del espejo. 

De repente la puerta de abajo sono de nuevo. baje a paso acelerado hasta la puerta, una vez frente a ella resople, en ese momento la tormenta comenzó a caer más fuerte. Lleve mi mano hacia el pomo con rapidez, y lo abri con un claro temor por lo que mis ojos pudiésen llegar a observar. 

Y como era de esperar, lo que mi humedecidos ojos vieron, inundaron mi alma de un profundo sentimiento de agonía, terror y tristeza. 

La cabeza de mi amigo Javier yacía bajo mis pies, un charco de sangre corría hasta meterse dentro de mi casa. 

Grité desesperado… y lo que más me aterro de todo… fue que le habían arrancado también todo su cabello. 

Fin. 

 
Autor: 

0 comentarios

Publicar un comentario