martes, 13 de noviembre de 2012

El experimento Ruso


 


Investigadores Rusos a finales de los 40´s mantuvieron a 5 personas despiertas por
 15 días utilizando un estimulante basado en gas. Los tuvieron encerrados en un 
ambiente sellado para monitorear cuidadosamente el uso de oxígeno, de manera que
 el gas no los matase, debido a las altas concentraciones de gas. Esto fue antes de que 
existiera el circuito cerrado, por lo que tuvieron que usar micrófonos y ventanas con grosor 
de 5 pulgadas para observar a los sujetos.. El cuarto estaba lleno de libros, cobijas para dormir
 -pero ninguna cama-, agua corriente, baño y la suficiente cantidad de comida para que los 5 
sobrevivieran por un mes. 

Los sujetos de prueba eran prisioneros políticos y de guerra declarados enemigos del 
estado durante la Segunda Guerra Mundial. 

Todo estuvo bien por los primeros 5 días; los sujetos rara vez se quejaban después de que
 (falsamente) se les había prometido su libertad si aceptaban tomar parte de la prueba y no
 dormir por 30 días. Sus conversaciones y actividades fueron monitoreadas y los científicos 
notaron que conforme pasaba el tiempo, ellos hablaban sobre incidentes traumáticos de su pasado. 

Después de 5 días se empezaron a quejar de las circunstancias y eventos que los llevaron a 
donde estaban y empezaron a demostrar paranoia severa. Dejaron de hablar entre ellos, y 
comenzaron a murmurar de manera alterna en los micrófonos. De manera extraña, todos parecían
 creer que podían ganar la confianza de sus captores si traicionaban a sus camaradas. En un 
principio se creyó que esto era un efecto del gas. 

Después de 9 días, el primero de ellos empezó a gritar. Corría por todo el cuarto gritando 
repetidamente por 3 horas seguidas. Después, trato de continuar gritando, pero solo 
podía dar un grito ocasional. Los científicos postularon que físicamente se había destrozado 
las cuerdas vocales. La parte mas sorprendente de este comportamiento fue como sus 
compañeros reaccionaron a esto. O mejor dicho, como no reaccionaron… Continuaban 
murmurando en los micrófonos hasta que el segundo de los prisioneros comenzó a gritar. 
Dos de los prisioneros que no gritaban, tomaron los libros y llenaron pagina tras pagina de sus 
propias heces, y de manera calmada, los pusieron sobre las ventanas del cuarto. Los gritos cesaron 
de repente. 

Al igual que los murmullos de los micrófonos.. 

Segunda parte. 

Pasaron otros 3 días. Los investigadores checaban los micrófonos constantemente para 
asegurarse de que trabajaban, porque creían que era imposible no escuchar sonidos con 5 
personas dentro. El consumo de oxigeno indicaba que los 5 debían seguir vivos. De hecho, 
el consumo de oxigeno era el necesario para 5 personas que hacían ejercicio extenuante. En 
la mañana del catorceavo día, los investigadores hicieron algo que no debían hacer para llamar 
la atención de los prisioneros: Utilizaron el Intercom dentro del cuarto, esperando provocar 
respuestas de los prisioneros, pues temían que estuviesen muertos, o en estado vegetal.

Anunciaron: “Abriremos el cuarto para probar los micrófonos. Aléjense de las puertas y 
acuéstense con las manos atrás en el piso o se les disparara. Se le otorgara la libertad a
 uno de ustedes si obedecen”. 

Para su sorpresa, escucharon solo una frase, con voz calmada: “No queremos ser liberados”. 

Hubo gran debate entre los investigadores y fuerzas militares que financiaban el proyecto; sin
poder provocar mas respuestas utilizando el Intercom, finalmente se decidió abrir el cuarto a
 la media noche del día numero 15. 

Se limpio el gas del cuarto, y se lleno de aire fresco. Inmediatamente, voces de los micrófonos,
 empezaron a objetar. Tres voces diferentes rogaban por la vida de sus seres queridos, que 
encendieran el gas nuevamente. Se abrió el cuarto para sacar a los prisioneros. Gritaron 
mas fuerte que nunca, al igual que los soldados, cuando vieron lo que había dentro: Cuatro
 de los sujetos seguían “vivos”. 

Las raciones de los pasados 5 días no habían sido tocadas. Habían pedazos de carne de
 las costillas y pantorrillas del sujeto muerto colocados dentro del drenaje del centro del cuarto
 bloqueándolo, permitiendo que 4 pulgadas de agua se acumulara en el piso. Los cuatro
 “sobrevivientes” también tenían pedazos de piel y carne arrancada de sus cuerpos. La destrucción
 de tejidos y la exposición de huesos en la punta de sus dedos indicaba que las heridas fueron
 infligidas por las manos, y no con los dientes, como era de suponerse. Al examinarlos, se
 descubrió que la mayoría de las heridas fueron auto infligidas en su mayoría. 

Los la piel y los órganos detrás de las costillas fueron removidos; mientras que el corazón, los
pulmones y el diafragma seguían en su lugar. El tracto digestivo de los cuatro sujetos podía
 verse trabajar, digiriendo comida. Rápidamente se hizo aparente estaban digiriendo su propia 
carne, y que ellos la arrancaron y se la comieron en el transcurso de los días. 


 

Tercera parte . 

La mayoría de los soldados eran fuerzas especiales Rusas en las instalaciones, pero aun
 así, muchos se negaron a regresar al cuarto para sacar a los prisioneros. Éstos sin embargo, 
insistían a gritos que los dejaran dentro y de manera alterna rogaron y demandaron que se 
encendiera el gas nuevamente, para evitar quedarse dormidos. 

Para sorpresa de todos, los sujetos pusieron una resistencia feroz durante la extracción. Un 
soldado Ruso falleció cuando un sujeto le mordió el cuello, otro fue gravemente herido cuando
 otro de los prisioneros le mordió la arteria femoral y los testículos. Otros 5 soldados perdieron
 la vida, si se cuentan a aquellos que se quitaron la vida en las semanas consecuentes al incidente. 

Durante la lucha, uno de los prisioneros daño su bazo, sangrando de manera casi inmediata. Se
 intentó sedar al sujeto, pero fue imposible. Se le inyectó más de 10 veces de la dosis humana 
de Morfina, y aun así lucho como un animal rodeado, rompiendo las costillas y un brazo de un 
doctor. Se veía latir su corazón al máximo por dos minutos completos, mientras se desangraba, 
y continuó gritando por mas de 3 minutos, atacando a quien se le acercara, repitiendo la palabra 
“más” una y otra vez, cada vez mas débil, hasta que cayó en silencio. 

Los otros 3 sobrevivientes, fueron inmovilizados fuertemente y llevados hacia instalaciones 
médicas. Dos de ellos, con cuerdas vocales intactas, demandaban continuamente más gas 
para permanecer despiertos. 

El más herido de los tres, fue llevado al único cuarto de cirugía que había en las instalaciones.
 En el proceso de su preparación para colocar nuevamente sus órganos en su lugar, se notó 
que el sujeto era totalmente inmune a los sedantes. Peleó furiosamente cuando el gas anestésico
 se le estaba colocando. Se necesitó un poco más de anestesia de la normal para sedarlo, 
pero al momento que sus ojos se cerraron, su corazón se detuvo. En la autopsia, se encontró 
que en su sangre había 3 veces la cantidad normal de oxígeno. También se rompió 9 huesos 
en la lucha para no ser controlado. 

El segundo sobreviviente, era el que primero gritó del grupo. Con sus cuerdas vocales destruidas, 
el no pudo objetar la cirugía, y solo reaccionaba agitando violentamente la cabeza en desacuerdo
 cuando se le administraba el gas anestésico. Afirmó violentamente con la cabeza cuando
 alguien sugirió hacer la cirugía sin anestesia, y no reaccionó durante la misma, que duro 6 horas
 en la cual se intentó reemplazar sus órganos abdominales y cubrirlo con lo que quedaba
 de su piel. El cirujano afirmó que era médicamente imposible que el sujeto siguiera con vida. Una
 enfermera aterrada que ayudó en la cirugía, comento que la boca del paciente formaba una sonrisa
 cada vez que sus ojos se encontraban.
Aporte: 

lunes, 12 de noviembre de 2012

El Ascensor



Todo ocurrió una cálida noche de verano, de ésas en las que, aunque la temperatura es agradable e invita a dar un largo paseo bajo la luz de las farolas, da la sensación de que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para encerrarse en casa. 

Eran, más o menos, las dos de la madrugada. Había pasado varias horas vagueando ante el ordenador, así que decidí que era momento de estirar los músculos haciendo algo de ejercicio, bajando a la calle para tirar la basura y fumar un cigarro, por ejemplo. 

Me calcé unas zapatillas de deporte, me dirigí a la cocina, saqué la bolsa del cubo y le hice un par de nudos. Tras cerciorarme de que no olvidaba llaves, mechero ni tabaco, cerré la puerta del piso y me dirigí escaleras abajo. Habría podido elegir tomar el ascensor, pero, teniendo en cuenta que a esos cacharros les suele dar por pararse de golpe, habría sido un error quedarme encerrado dentro con la única compañía de una maloliente bolsa de basura. 

Recorrí los pocos metros que separaban mi portal de los contenedores, disfrutando del ambiente de soledad que reinaba en mi calle, unido a la tenue iluminación y la invisible caricia procedente del asfalto caliente bajo mis pies. Tras meter la bolsa en uno de los cubos, volví a mi portal y, antes de entrar, encendí un cigarrillo, disfrutando de cada calada, mientras oía en la distancia el sonido de ambulancias y coches acelerando: la banda sonora que suena de fondo cada noche en la gran ciudad que es Madrid. 

Mientras daba buena cuenta de mi cigarro, eché un ojo al gran edificio de viviendas que esperaba mi regreso: Un bloque levantado a finales de los años sesenta, con paredes de ladrillo rojizo, seis alturas y una planta de garaje bajo sus cimientos, similar a los cientos de edificios que, en aquella época, el Ministerio de Vivienda construyó en toda España. Junto al portal, aún se conservaba la placa que daba fe de ello. 

Mis padres fueron los primeros dueños de la casa. Tras el paso de los años, su afán ahorrador les permitió hacerse con un chalet en las afueras, por lo que yo, siendo hijo único, tuve la suerte de pasar a ser el dueño (y único habitante), de la vivienda. 

Cuando acabé el cigarrillo, tiré la colilla al suelo y entré en el portal. Por un momento, pensé en subir andando hasta el quinto piso, donde vivo, pero la vagancia pudo más, así que llamé al ascensor. Cuando éste llegó a la planta baja, entré en el habitáculo. 

Una de las curiosidades que tenía aquel edificio era dicho ascensor. No todos los bloques de viviendas de la época contaban con uno, y se consideraba una mezcla de lujo y suerte el poder llegar a casa en uno de estos chismes cuando se levantó el edificio. Esto hacía que la estructura fuese algo vieja: sus paredes, sus espejos y su cuadro de botones tenían más de cincuenta años. Lo que más me llamaba la atención de este último detalle era el correspondiente al garaje. Había un botón para cada piso, excepto para el sótano, en cuyo lugar había una cerradura. Todos los vecinos teníamos copia de la llave. El motivo era, según los constructores, evitar que el cálido garaje se llenase de mendigos por las noches.

Miré aquella cerradura con curiosidad. Aquella vieja cerradura. Entonces, una idea se me pasó por la cabeza. En lugar de pulsar el botón del quinto piso, eché mano al manojo de llaves que había en mi bolsillo e introduje la llave correspondiente. Para acceder al sótano, había que girar la llave hacia la izquierda, pero, ¿qué ocurriría si la giraba hacia la derecha? 

Hice la prueba. Nada. La cerradura hacía tope, como era de esperar. Cabezota de mí, volví a intentarlo, girando con más fuerza. Con mucha más fuerza. 

En ese momento, de forma inesperada, la cerradura cedió, poniendo el ascensor en marcha. Sorprendido ante aquello, fijé los ojos en el indicador luminoso. Mientras el ascensor descendía, aquél paso de mostrar un 0 a mostrar un -1. Pero, llegado a este piso, el ascensor no se detuvo. 

Durante casi un minuto, el trasto continuó bajando, traqueteando y rugiendo como de costumbre. El indicador luminoso mostraba dos guiones intermitentes. Entonces, de repente, el ascensor se detuvo y su puerta se abrió. 

Ante mis ojos se extendía un largo y estrecho pasillo, apenas más ancho que el propio ascensor. La iluminación procedente del interior de éste no bastaba para iluminar aquel pasillo, que era engullido por una tenebrosa oscuridad, y no se apreciaban escaleras que llegasen allí desde un piso superior. 

-¿Hola? Mi voz retumbó por las paredes y desapareció en el oscuro espacio. 

A pesar de que la situación me imponía algo de respeto, la curiosidad ante el nuevo sótano recién descubierto pudo más. Decidido a investigar aquel lugar, encendí mi mechero y abandoné la protectora luz del ascensor. 

Me giré por un momento, y vi que, en aquella planta, no había botón para llamar al ascensor, sino una cerradura. Mosqueado, continué avanzando hacia la oscuridad. 

El ambiente era denso y húmedo, acompañado de una ligera fetidez. A unos veinte metros, el pasillo torcía hacia la derecha, desembocando en una galería a la que daban varias puertas, como en las cárceles que salen en las películas. Algunas puertas estaban cerradas y otras abiertas, y el suelo estaba lleno de polvo, cristales rotos y otros objetos. 

La mugre que invadía el lugar me disuadió de palpar la pared en busca de interruptores de luz, por lo que confié en la pequeña llama que portaba en mi mano. Al internarme en la galería, me agaché y acerqué mi mechero al suelo para examinar con más detalle qué eran aquellos pequeños bultos que pisaba irremediablemente a cada paso. Descubrí jeringuillas, trozos de probetas, piezas de rompecabezas infantiles, muñecas… Aquello resultaba de lo más tétrico. Me incorporé nuevamente, disponiéndome a analizar las pequeñas dependencias que rodeaban la galería. 

Uno de los detalles que percibí fue la falta de ventilación o iluminación exterior. Aunque era noche cerrada, no había rastro de salidas al exterior por las que se colase la luz de las farolas, ni ninguna corriente de aire que hiciese vibrar a la llama de mi mechero. Aquel era un lugar completamente cerrado, y a saber a cuántos metros bajo tierra me encontraba en aquel momento. 

Recorrí varias de las salitas, y vi que todas tenían elementos en común: pequeños, anticuados y oxidados camastros, mesitas y sillas. Y material médico. El lugar estaba infestado de gasas, correas, pastillas desperdigadas por el suelo… Aquello parecía un hospital en miniatura. Un hospital antiguo y fantasmagórico, detenido en una época pasada, en el que la acumulación de polvo es el único indicador del paso del tiempo. 

Aún me arrepiento de entrar en una de aquellas dependencias. La luz del mechero mostraba, sobre el mugriento colchón, un bulto del tamaño de un ser humano, envuelto en ropa de hospital. Me acerqué sigilosamente, temiendo lo peor, y arrimé el mechero al gran objeto. 

El aumento de luz mostró una escena horripilante: rodeado de heces y manchas de orina, se mostraba ante mí un cadaver humano en posición fetal que me daba la espalda. El hedor era insoportable. Reprimí una arcada mientras permanecía en cuclillas, ante aquella dantesca escena. 

De repente, el terror invadió mi cuerpo. Aquel cuerpo se giró de forma brusca y, lo que en principio había clasificado como “humano”, mostró ser algo diferente, indefinido e indescriptible. 

El cuerpo de aquel ser estaba cubierto de llagas y heridas; en lugar manos y pies, sus extremidades se encontraban rematadas por muñones violáceos, y extrañas deformidades y bultos recorrían su tronco, dándole un aspecto monstruoso. 

Pero lo peor era su rostro: sus ojos, grandes e inyectados en sangre, estaban protegidos por unos párpados abultados y sin pestañas. En lugar de pelo, su cabeza poseía infinidad de cicatrices y grapas que partían desde sus pobladas cejas y sienes y se perdían hacia su nuca. Sus orejas, irregulares y enormes, no mostraban pliegue alguno, dotando al ser de un aspecto simiesco. Tampoco poseía nariz, y de sus orificios nasales surgían dos hilos de sangre reseca. Rematando aquel cuadro tan desagradable, se encontraba su “boca”: un orificio de comisuras agrietadas, sin labios, de cuyo interior carente de dientes y lengua, provenía el peor olor a podrido que he percibido en mi vida. 

Sus ojos se fijaron en los míos, y de su garganta surgió un bramido gutural, ronco y a la vez potente. 

Grité. Grité con todas mis fuerzas y mi voz se entremezcló con la del mostruo. Teniendo en cuenta la postura en la que me encontraba, caí de espaldas sobre el mugriento suelo, y el mechero se escapó de mi mano, dejando el lugar en la más absoluta oscuridad. 

Mientras palpaba el suelo en busca del mechero, oí cómo crujían los muelles del colchón y, antes de que pudiese reaccionar, aquel despojo se me echó encima, lanzando una vez más su aterrador alarido. Sentí su aliento contra mi rostro, mientras apestosa saliva caía sobre mi frente, y un escalofrío me recorría de arriba abajo. Cejé en mi empeño de hacerme con el mechero y pataleé con todas mis fuerzas, tratando de zafarme del horripilante ser. 

Me arrastré unos metros hacia atrás, me levanté y salí de la estancia, a oscuras, tratando de recordar la disposición de aquella planta, temiendo tropezar o dar de bruces con alguna de las paredes. Mientras huía en dirección al ascensor, pude oir cómo aquello se arrastraba entre los cristales rotos del suelo, siguiendo mis pasos. Llegué al pasillo y sentí que volvía a la vida cuando me invadió la luz encendida del ascensor abierto. Entré, pulsé el botón del quinto piso y, lleno de impaciencia y pavor, esperé a que la puerta se cerrase y el ascensor se pusiese en marcha. 

Sin embargo, el aparato no obedecía mis órdenes. Aunque el botón del quinto piso estaba encendido, la puerta no se cerraba. Y el crujir de cristales se oía cada vez más cerca. 

Me di media vuelta. Ante mí, el pasillo se extendía una vez más, engullendo la luz del ascensor. Sin embargo, ahora no sentía curiosidad ante aquella escena. Sentía verdadero horror. Quería huir de allí. Y el ascensor no se movía. 

De repende, se hizo el silencio. Estaba tan aterrorizado que todos mis músculos se agarrotaron. En ese momento, el ser surgió del pasillo oscuro, arrastrándose con una velocidad y una pericia insólitas. Venía hacia mí, mientras gruñia, jadeaba y chillaba como ninguna criatura conocida. Apreté repetidamente el botón del quinto piso, con pulso tembloroso, mientras el miedo me hacía llorar y la criatura se aproximaba rápidamente. Cuando estaba a punto de entrar en el ascensor, agité mi pierna ante él, lo que le hizo retroceder atemorizado, sin que apartase la vista de mis ojos en ningún momento. En ese instante, las puertas se cerraron y el ascensor comenzó su ascenso. 

Fijé la vista en el indicador luminoso: los dos guiones parpadeantes dieron paso a un -1, luego a un 0, un 1, etcétera. Algo más calmado, me miré en el espejo y fui consciente de mi aspecto. Mi rostro estaba cubierto de una mezcla de baba y mucosa sanguinolenta, mezclada con mis propias lágrimas. Cuando quise pasar el dorso de la mano por mi frente, descubrí que mis ensangrentadas palmas estaban llenas de cristales rotos, y comencé a sentir su dolor; minutos antes, en aquel segundo sótano, el miedo no me había permitido ser consciente de cómo se habían clavado en mi piel. 

Llegué a casa y entré corriendo al baño. Los recientes recuerdos de todo lo que había ocurrido allí abajo se agolparon en mi mente, y no pude evitar arrodillarme ante el váter y vomitar la cena. Me di una ducha más larga de lo habitual, aún invadido por el asco, curé las heridas de mis manos, y esperé a que llegase el día, incapaz de dormir. 

A la mañana siguiente, cuando la luz del día se llevó todos mis miedos, llamé a un amigo que vivía en uno de los edificios cercanos. Dicho edificio era similar al mío: construido en la misma época, con la misma planta, y con un ascensor exactamente similar. Tras contarle la historia y soportar sus burlas, me aseguró que haría la prueba en su ascensor, y que me llamaría para contarme qué había ocurrido en su caso. 

Esperé su llamada intranquilo y, a los pocos minutos, sonó el teléfono. Era él, y su voz sonaba entrecortada y temblorosa. Bajo su casa también había un segundo sótano, húmedo y maloliente. Sin embargo, él no se había atrevido a adentrarse, y no tenía intención de hacerlo. 

-No pienso volver a coger ese ascensor en mi puta vida. Eso fue lo que me dijo. Y la verdad es que su opinión coincidía al cien por cien con la mía. 

A pesar de nuestros temores, nos decidimos a investigar sobre el asunto. Así, dimos con el que fue por aquel entonces presidente de la constructora encargada de levantar los edificios; hoy en día un ajado anciano con un pie en el cementerio. Tras varias reticencias, nos explicó el por qué de aquellos sótanos secretos: en 1966, la recién inaugurada central nuclear de Zorita, en Guadalajara, había sufrido una grave fuga en uno de sus reactores, provocando una nube radiactiva que se extendió por los pueblos de los alrededores. El régimen franquista no podía permitir que la opinión pública tuviese noticia de un fallo en su primera instalación nuclear, por lo que contactó con las parejas jóvenes del lugar, ofreciéndoles trasladarse a Madrid, a los inmuebles en los que mi amigo y yo vivíamos, pues a pocos metros se encontraba un hospital que podría seguir la evolución de dichas parejas y los hijos que pudiesen tener en el futuro. Para disimular aún más la situación, vendieron algunas de las viviendas a gente corriente que no tenía nada que ver con el incidente (como mis padres, o los padres de mi amigo, por ejemplo). 

Sin embargo, la intención del régimen era muy distinta: conocedores de las secuelas que la nube radiactiva tendría en esta gente, vigilaron cada nuevo embarazo que se produjo entre ellos, supervisando su evolución y haciendo “desaparecer” a todos aquellos recién nacidos que sufriesen graves malformaciones. 

Aprovechaban la tranquilidad de la noche, para, haciéndose pasar por encargados de mudanzas, llevar a los bebés a su nuevo “hogar”. Aquellos sótanos, por otra parte, eran el lugar perfecto para realizar investigaciones sobre los niños, pues nadie sabía de su existencia. El propio mecanismo de los ascensores se había mantenido en secreto, recayendo la tarea de llevar a cabo revisiones y reparaciones entre técnicos elegidos por el propio régimen; y una trampilla que sólo se abría cuando el ascensor sobrepasaba el garaje, ocultaba el segundo sótano a quien hubiese podido asomarse al hueco. 

Sin embargo, tras la muerte del dictador Francisco Franco, se canceló aquel proyecto. Tratando de arrojar tierra sobre el asunto, los sujetos en experimentación fueron sacrificados, y toda documentación relativa al proyecto fue destruida. Casi todos los cabos quedaron atados. 

-¿Cómo que casi todos los cabos? Preguntamos mi amigo y yo a aquel hombre. 

-Sí -dijo él-. Resulta que, una vez, aprovechando el revuelo de los últimos días, mientras todo el mundo corría arriba y abajo tratando de hacer desaparecer pruebas y evidencias, uno de los niños desapareció sin dejar rastro, y nadie más volvió a saber de él. 

Mi amigo y yo nos miramos, aterrados. Nos despedimos del viejo y volvimos a nuestras casas. 

Y desde entonces, no he vuelto a subirme a un ascensor. Y, por si a alguien le interesa, vendo mi casa. Es un quinto piso, muy luminoso. Y, además, tiene ascensor y garaje.

Aporte: 

domingo, 11 de noviembre de 2012

La Muerte del Poringuero Argentino


Julian, un joven estudiante de Mendoza Argentina, era el mejor en su clase. No era el mas popular, pero por lo menos lo tomaban en cuenta, cuando se tenían que hacer trabajos grupales.

Un dia necesitaba dar un exposición sobre las Drogas, (algo muy trillado), por lo tanto quería hacer algo diferente. Escogió varios videos de YOUTUBE, que le parecieron interesantes para su exposición, y hacerla mas amena, y que por lo tanto destacarse para salir mejor que los demás.

Le surgió un problema necesitaba descargar los vídeos, por lo tanto busca en Google y consigue a Taringa, pero necesitaba loguearse para ver el post y poder descargar el programa. Llegó el día, y su exposición salio excelente. Regreso a su casa y veia que necesitaba hacer 50 pts para ser NFU, para poder comentar en la pagina principal de Taringa. Tambien notaba que muchos hablaban de una tal Poringa, luego de que un usuario comentaban con un Gif Porno.

El joven Julian, busca esa pagina, y vio que era muy parecido a Taringa, incluso la cuenta que usaba en Taringa, le servia en Poringa.



El primer dia fue un éxtasis para julian, tanto asi, que de tanto jalarsela, se quedo dormido sentado frente a la PC. Pasaron los dias y habia publicado varios post, en Taringa para lograr ser NFU, pero solo habia podido recolectar 5 pts. Cuando sus papas se quedaban dormidos, comenzaba la jornada, veía cada post de la HOME de Poringa, uno tras otro, por 4 horas seguidas. Ese mes su rendimiento en su colegio habia bajado, llegaba cansado y distraido a clases, por suerte ya el año escolar estaba a punto de terminar.

Al fin llegaron sus vacaciones, sus padres se iban de vacaciones para la granja del abuelo, por 2 semanas, pero el no quiso ir con ellos, tenia cosas mejores que hacer. Les dijo "No importa, quiero descansar en mi casa, yo mismo me preparo la comida". Sus padres se fueron de Vacaciones, al fin Julian estaba solo en su casa, con su PC, y con internet ilimitado, pero lo que mas quería estar todos los días viendo cada post de Poringa.

Ese dia solo desayuno y   ceno y se la jalo unas 15 veces. Al dia siguiente solo ceno, no podía despegarse de esa pagina, era un frenesí, un éxtasis. Ese día se la jalo 25 veces. Los siguientes días apenas bebia agua. Hasta que los 5 dias antes de que llegaran sus padres, pensó en aprovecharlos al máximo, hizo una maratonica  de tanto jalarsesa, sin comer, ni beber agua, que tuvo un desequilibrio hidroelectrolitico, estaba muy debil y llevaba varios dias sin beber agua, comer y dormir, que se desplomo.


Faltaban 3 días para que sus padres regresaran, estaba tan debil que no pudo levantarse, se sentia desorientado, pero estaba totalmente deshidratado, que a las 24 horas después de haberse desplomado, murió. Cuando llegaron sus Padres, lo vieron tirado frente a la PC, estaban despavoridos de ver a su hijo delgado, y muerto. Su madre grito, y su padre llamo a la ambulancia. No sabían lo que le había pasado, lo único que vieron fue una pagina llamada Poringa abierta en su computador.

Las Notas


Esta era una familia normal,  constaba de un padre, una madre, un hijo (7 años) y una hija (16 años) como cualquier familia normal, un día la hija regresaba de la escuela, sus padres no se encontraban en la casa porque ellos llegaban un poco mas tarde del trabajo, lo mas peculiar de esto es que su mamá siempre le dejaba una nota en la puerta del refrigerador, esta decía  “La comida esta en el microondas, calientala  10 min y listo te quiere tu mamá” la niña fue al microondas y como era obvio la comida estaba en el microondas, todo estuvo normal ese día  llegaron sus padres con su hermanito que lo recogieron de su escuela, y pasaron un día normal….hasta que llego la noche…..
Los hermanos dormían en cuartos separados, esa noche su mamá les dio el beso de buenas noches y se fue a la cama dejando solos a sus dos hijos en la obscuridad, en la madrugada la niña escucho un sonido raro del baño, ella como ya es grande y mas madura, fue a ver que era, tal vez el perro hacia desorden o algo por el estilo ella imaginaba, pero al llegar al baño vio algo extraño, abrió la puerta y no pasaba nada todo era normal pero ella sentía que algo estaba mal, volteo la cabeza y vio que algo entro al cuarto de sus padres, alcanzo a ver un poco lo que eso era, era blanco, y muy delgado pero de hay ya no vio nada, ella se preocupo un poco y se asusto a la vez, entro asustada al cuarto de sus padres…..todo estaba normal……tal vez era el sueño, pensó ella, pero ella sabia muy bien que era algo mas que eso pero estaba confundida y no le dio mucha importancia.
A la mañana siguiente ella se despertó un poco confundida por lo de anoche, así que se alisto para ir a la escuela y se fue a la escuela, al regresar en la tarde entro a la casa y sintió una presencia un poco extraña, como siempre fue al refrigerador a ver la nota que le dejo su mamá pero ella se quedo sorprendida y un poco confundida al ver lo que decía la nota, esta decía  “Hola, ¿Como estas? no tuve el tiempo para presentarme ayer pero esta noche si tendré tiempo” la niña un poco confundida creyó que era una broma de su mamá o algo de su papá pero ella sentía que algo estaba mal. Sus padres llegaron con su hermanito y ella les pregunto que si que tenia esa nota, quien la escribió  sus padres fueron al refrigerador y vieron la nota que decía: “Hija esta vez no pude hacer de comer, pide pizza el dinero esta en la mesa atte: Tu padre” ella quedo confundida y a la vez asustada pero no dijo nada y siguió su día un poco mortificada por todo eso. Llego la noche…..la niña se acostó con miedo y preocupación  la mamá le dio el beso de buenas noches y apago la luz……tardo mucho en dormirse por todo lo sucedido pero al final el sueño la venció  pero….alrededor de la madrugada algo la despertó …..un sonido mas fuerte que el de la noche anterior, en el baño, la despertó,  ella con mucho temor fue al cuarto de su hermanito para ver si no se asusto o el también escucho eso….el no estaba…..ella con mucho temor no sabia que hacer, tenia mucho miedo pero no quería despertar a sus padres, tuvieron un día muy pesado y tuvieron problemas para andarlos mortificando con esos problemas, vio a lo lejos la luz del baño prendida…ella con un nudo en la garganta se acerco al baño y con todo el valor del mundo abrió la puerta…..su hermano estaba ahí  estaba un poco asustado y el niño le explico que algo estaba en el baño con el……y que dibujo algo en el baño la niña miro el espejo  y pudo ver una nota muy borrosa y escrita de una forma muy tétrica :”Hola soy —– y me quedare con ustedes un  tiempo” el nombre se veía borroso como si alguien lo hubiera rasgado del espejo de una forma muy violenta, la niña al ver esto entro en pánico y ya no le importo despertar a sus padres, fue corriendo a su cuarto e irrumpió en el sueño de sus padres sus padres muy confundidos y asustados fueron al baño como les dijo su hija pero al llegar…..solo era un espejo normal y sin nada escrito, sus padres se enojaron con ellos y los regresaron a la cama y la hija explico todo, lo que vio al entrar a su cuarto, los sonidos raros, lo que decía la carta, todo, sus padres estaban muy confundidos, hasta su hermanito intento decirles lo ocurrido, ellos dijeron que mañana hablarían de eso, que por el momento se acostaran otra vez a dormir, al regresar a su cuarto no quedo conforme con lo que paso, sentía que algo terrible estaba por pasar pero ella se durmió y solo espero hasta mañana.
Amaneció, todo era normal, se alisto para la escuela y se fue, el día en su escuela fue un poco raro, casi no hablo con sus amigas, no prestaba atención en las clase, se sentía aterrorizada y confundida de lo que estaba pasando, regreso a su casa…..vio que el carro de sus papas estaba hay estacionado, se le hizo muy extraño, tal vez se descompuso y no pudieron ir a trabajar, pensó ella, al entrar se escuchaba un silencio absoluto, se escuchaba solo el eco de sus pasos de mientras se movia hasta el refrigerador para tomar algo, vio algo extraño y curioso en la puerta del refrigerador, una nota…….esta decía: “Baño” solo decía eso, así demasiado seco y tétrico a la vez, la niña fue arriba por las escaleras de una manera muy asustada y confundida, llamaba el nombre de sus papas pero nadie respondía…… recordó que la nota decía ”baño” se le hizo curioso y se le ocurrió entrar al baño, tal vez había una pista de donde habían ido pero muy extraño a la vez, entro y vio otra nota…….esta vez mas tétrica y escrita de una forma demasiado violenta, el espejo del baño estaba roto y decía  “Te deje un regalo en el cuarto de tus papas espero que te guste atte: ——-” el nombre como la otra vez salia rasgado pero esta vez esa parte del espejo estaba todavía mas rota que todo el espejo en si, entro al cuarto de sus padres…….lo que vio a continuación es lo mas horrible que pudo ver en su vida…… el piso del cuarto estaba tapizado de un rojo vivo, era sangre……volteo la mirada a el techo…..ahí estaban……su papá y su mamá clavados de una forma brutal en el techo de su cuarto, sus padres estaban muertos….ella no aguanto el llanto y el miedo de ese instante que lloro y grito los mas fuerte que pudo, y vio la pared del cuarto y había una nota mas, esta nota escrita con sangre de sus padres y decía :”No me gusta la gente chismosa” la niña corrió hacia el cuarto de su hermanito, con la esperanza de verlo vivo y salir corriendo……mala idea…..al entrar al cuarto……lo vio….estaba ahí parado enfrente de ella como si la hubiera esperado, era el….eso que la estaba siguiendo y dejado todas esas notas en la puerta del refrigerador y en el espejo del baño….era el….esa cosa la vio de frente….alta, pálida como la nieve, tenia unos ojos diminutos casi como dos canicas negras y opacas, pero sus ojos… era un negro muy fúnebre, muy obscuro, su mirada era desgarradora, era enorme y flaco tenia unos dedos mas grandes que el brazo de la niña su boca era gigante y tenia unos dientes como agujas….muchas agujas en su boca y la estaba mirando a ella, estaba sonriendo………..la niña fue encontrada mutilada en el cuarto por la policía, se desconoce donde esta el paradero del niño y de la cosa que causo todo esa masacre en esa casa…..

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¿Conversarias con tu puerta?


 


Durante toda mi adolescencia he leído creepypastas. Me gustan bastante y justo me saqué una A 
 por ellos… 



Pero… déjenme decirles que ser parte  uno… no es bonito. 



Mi casa fue comprada hace mucho, así que ha pasado por manos de muchos ciudadanos y/o extranjeros. 
Lo raro, es que siempre se mudaban de aquí. 



Esto pasó hace unos meses, le estábamos haciendo unas mejoras a mi casa. Por ese mismo hecho, 
estaba toda sucia y había yeso en todas partes. 



Estaba casi lista, solo faltaba limpiar, pintar y acomodar los muebles. 



Bueno, al día siguiente, estaba pintando las paredes cuando nos dimos cuenta de que la pintura no
 era suficiente. Mi padre y mi madre salieron como alma que lleva al diablo a comprarla, mientras que 
yo me quedé solo pintando las paredes… ah, y riéndome de como corrían. 



Pasó una hora, había terminado con mi parte y la pintura se había acabado, así que no podía
 continuar por mí mismo. Decidí ir a bañarme y luego recostarme. 



Pasé por el baño de mi cuarto y pisé algo, estaba descalzo así que chillé un poco de dolor. Era un 
pedazo de yeso que sobró. Lo miré, lo tomé y lo maldije con fuerza. A punto de tirarlo, miré la puerta de
 nuevo y pensé en escribir algo en ella. 



Como algunos sabrán, el yeso es el material que usan para las tizas. Y bueno, solo se me ocurrió escribir 
“Hola!” y era lo único que me alcanzó, la tiza era pequeña. Me quedé viéndolo por un rato y luego me fui 
a bañar, dándole poca importancia. 



Al día siguiente, en la mañana, pasé nuevamente por el baño a lavarme los dientes y a bañarme.
 Luego de que iba saliendo del baño, ví algo extraño en la puerta. 



“Hello.” 



Estaba escrito del mismo material que había escrito el otro mensaje. Además, lo que yo había escrito 
había desaparecido. Pensé que era una broma de mi hermano para asustarme. Me reí un largo rato y
 me fui a prepararme para la escuela. 



Regresé luego de unas horas, y miré la puerta del baño. 



“¿Acaso vas a dejarme hablando sola?” 



Me sentí un poco nervioso, mi hermano no estaba en casa y yo no tengo hermanas. 



Busqué rápidamente agua y borré ese mensaje de la puerta. Se lo conté a mi madre, y ella 
en serio me creyó. Yo anteriormente había visto cosas en la casa. 



Me dijo que si quería podía dormir en el cuarto de mi hermano. No me negué a hacerlo, sobretodo 
porque su cuarto es mucho más bonito que el mío. 



Jugar con su guitarra me tranquilizó un poco. Y luego de unas horas me eché a dormir en ese
 cómodo cuarto. El cual quedaba al lado del mío. 



A altas horas en la madrugada, escuchaba como el raspado de un carboncillo en una pared… 



A la mañana siguiente, me sentí mucho mejor. Era sábado y podía descansar tranquilo. Fui a mi 
cuarto a buscar mi cepillo, esperando no encontrar nada… 



Mierda, me equivoqué. 



“Oye, eres un caballero, ¿no? ¿Qué clase de caballero deja a una dama hablando sola?” 



¿Quién diablos estaba haciendo esto? 



Iba a escribirle, busqué un poco de yeso y le respondí. 



“Lo siento, pero no es natural que le hables a una puerta.” 



Me senté en mi cama, esperando que algo pasara. En serio no esperaba que sucediese algo. 



Empezó a escribirse lentamente en la puerta… 



“¿Es natural que una puerta se escriba sola?” 



Joder, esto si me daba miedo. 



Se borró y luego anotó otra cosa. 



“Bueno, no es que se escriba sola. Solo que quién la escribe… no puedes verla.” 



“¿Eres un fantasma? Pruébalo.” 



“¿En serio quieres que lo haga?” 
“Hazlo, no te temo.” 



“Te aseguro que te arrepentirás. Pero bueno…” 



La puerta se borró sola después de eso, me senté a esperar que hiciera algo. Luego de unos 
minutos, me desesperé e iba a salir de la habitación, hasta que nuevamente la puerta se escribió. 



“¿Recuerdas que tienes una tía, un primo y dos sobrinos en el hospital?” 



Joder… ya empezaba a arrepentirme… temblando como maraquero, respondí. 



“Sí.” 



Pasaron unos segundos, y juraría que oí una risa que venía de detrás de la puerta. 



“Bueno…” 



Lo siguiente, me destruyó por dentro. 



“AHORA TENÍAS.” 



Me acerqué a la puerta y la abrí. No había nadie y la risa cesó. 



Salí del cuarto rápidamente, fui hacia la sala buscando a mi madre. Estaba llrando en el sofá. 



-Mamá… ¿están muertos? ¿ELLOS ESTÁN MUERTOS? 



-Sí, hijo… - Me dijo con todo el pesar. - ¿Q-q-quién te ha dicho? 



-Mamá… es mi culpa. – Me senté a su lado y la abracé, estaba a punto de llorar. – La reté, le 
dije que no le temía… y ella… ella hizo esto… 



Luego de eso, todo fue silencio. 



Pasaron unas semanas e intenté hablar con la puerta muchas veces. Sé que ella me ignoraba por 
que cuando estaban las luces apagadas, las luces del baño se encendían y podía ver a alguien 
caminando por la rendija de abajo. 



Pasó otro mes, era mi cumpleaños y ya había dejado de preocuparme por la puerta. Ya no ví
 a esa persona por ese tiempo y me sentía completamente tranquilo. 



Recibí regalos, fui a muchas partes, un gran día. Bueno… tuve un problema con una tía que le
 gustaba, pero eso no es importante. 



Pasé a mi cuarto, me iba a dormir ya que era tarde. 



¿Qué creen? Nuevamente apareció en mi puerta. 



“Feliz cumpleaños, Kevin.” 



¿Kevin? Mi nombre no es kevin, debe ser… 



“Lo siento, no soy kevin.” 



“Lo sé…” 



La puerta se abrió y ví una silueta femenina. Sonreía. 



“…está detrás de ti.” 



Me di vuelta rápidamente, y lo que ví… mira que no puedo contártelo, tiemblo tanto mientras escribo esto… 



Ah, ya llegaron. Bien, me voy al manicomio… es decir, Instituto de Rehabilitación Mental. 



¿Estoy loco? No lo creo, ahora mismo veo a Kevin y a “ella” despidiéndose de mí desde de
 la ventana. Espero que mis padres se muden, sino se arrepentirán. 



“Por eso cada vez que veo fenómenos y no puedo explicarlos, lo pienso dos veces.” 



¿Te atreverías a hablar con Kevin? 



Pronto sabrás como...

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